Visita a la casa de China

Ese día, China estaba feliz. No estaba contento por cualquier cosa, mas bien, estaba contento gracias a que recibiría la visita de una persona que él estimaba. Ese era, nada más y nada menos que Japón. Ese que, antes cuando él lo encontró, era simplemente un niño pequeño y ahora era una gran nación. Si bien su historia no era toda color de rosa, el chino seguía guardándole afecto al japonés. El día en el que se enteró que Japón iría a visitarle, decidió preparar todo, de forma que fuera lo más cómodo posible.

Mientras terminaba de preparar todo, escuchó como golpeaban la puerta, y como él suponía, seguramente tenía que haber sido Japón, pues era el único que le visitaría ese día. Decidido a recibirle, Yao caminó hasta la puerta y la abrió, con una amplia sonrisa posada en sus labios.

-Ni hao, Kiku aru-le saludó de igual forma, manteniendo la amplia sonrisa.-Aiyaa, que bien que llegaste aru. Te estaba esperando aru~-le miró por unos segundos y luego, decidió que lo mejor era que el japonés ingresara a la residencia, por lo que se hizo aun lado.-Puedes pasar aru.-asintió ligeramente, sonriendo de forma segura.

Kiku, tan respetuoso como siempre. Ese fue el primer pensamiento que pasó por su mente cuando lo vio hacer aquella típica reverencia, y ver como luego entraba. Su sonrisa aparentemente no se borraba, demostrando así que estaba contento. Sin decir nada, el chino y el japonés caminaron hasta la sala de estar, donde ambos tomaron asiento. A Yao le traía varios recuerdos, y a pesar de que su casa hubiera cambiado un poco, le recordaba cuando el japonés aún vivía con él.

-Y...¿cómo has estado, Japón aru?-preguntó con curiosidad, y de paso, para poder comenzar un posible tema de conversación. Sería incomodo que luego de eso, tanto Kiku como él no tuviesen nada de que hablar, y al fin de cuentas, terminaría siendo incomodo.

Definitivamente no cambiaba ni un poco. La sonrisa se mantuvo sobre sus labios, escuchando como hablaba su interlocutor. Deseaba saber igualmenete como estaba la nación frente a él, pues gracias a ciertos asuntos entre sus países, la comunicación entre los dos se vio severamente afecta. Esto lo hacía recordar cuánto la guerra había hecho "cambiar" a su hermano.

-Ya veo aru.-contestó, aún un poco curioso.-Me ha ido muy bien aru. Yo he hecho negocios con otros países aru~-contestó con una sonrisa ampla.

Estaba siendo sincero, pues su país era uno de los que más negociaban a nivel mundial, por lo que tenía alianzas con unos, y con otros sólo tenía simples tratos.

Le observó tomar de forma tan paciente el té, como siempre había sido caracterizado Japón desde pequeño. Siempre siendo tranquilo y haciendo las cosas con calma, lo que le agradaba obviamente a Yao. Él por su parte tomó un poco de su propio té y le dio un sorbo, dirigiendo su mirada sobre el menor cuando este pareció indicar que tenía un regalo para él.

Alejó la taza de sus labios, sorprendido y ruborizándose un poco. ¿Japón había traído un regalo para él? No es que le molestase, aunque usualmente y a veces recibía regalos de él. Él que más recordaba muy bien cuando le dio aquella muñequita a la cual el dragón le dibujo una diminuta boca, provocando el enojo del chino. Sonrió de forma entusiasta, deseando saber que era.

-Aiyaa...¿Un regalo aru? ¿Qué es aru?-cuestionó un tanto emocionado, deseando saber de una vez por todas que era el presente que el japonés había traído para él.

Observó la bolsa con unas inmensas ganas de saber que contenía el interior de la misma, viéndola notablemente ansioso. Habían posibilidades de que fuesen un montón de objetos, los cuales, le agradarían mucho al mayor de los asiáticos. Luego, el nipón sacó una caja de regalo, que llamó aún más la atención de Yao. Cuidadosamente, extendió sus manos para tomarla, con notable emoción.

-Veamos que es aru~ -comentó con una gran sonrisa y cautelosamente, comenzó a abrir la caja, dejando luego al descubierto unos lindos peluches de kitty junto con un set.

Las mejillas de este poco a poco comenzaron a ruborizarse, hasta terminar coloreándose de un fuerte tono carmín. Tomó entre sus manos una de las muñequitas, con un sonrojo considerable en su rostro.

-E-es tan linda aru~-murmuraba mientras, lo observaba por unos segundos y luego, lo abrazaba con fuerza, sonrojado y con una expresión infantil. Levantó su rostro para ver a Kiku, inflando sus mejillas por lo que decía-¡N-no digas tonterías aru! ¡Está perfecto aru!-luego hizo un ligero puchero, abrazando a la muñequita suavemente, sin compararse como la abrazó por primera vez. Sí, le gustaban demasiado y ahora no había sido la excepción.-Xie xie, Kiku aru.-agradeció con una sonrisa.

Sostuvo el regalo entre sus manos por unos segundos más, observándolo con una mirada entre tonta y a su vez, una alegre, siendo el regalo de su completo gusto. Pasaron unos segundos hasta que nuevamente, dejó el regalo dentro de su caja, volviendo prestar atención al japonés que se veía más que nervioso. Iba a decirle algo, mas el otro fue más rápido y debió contestarle lo que ahora, le habían preguntado.

-Estuvo muy bien, incluso aunque tuve que hacer un par de cosas, todo salió muy bien aru~-sonrió ampliamente y le miró de vuelta.-¿Y el tuyo aru? ¿Qué tal te fue aru?-preguntó curioso, ladeando un poco el rostro.-Por cierto...te vez algo nervioso, ¿te sientes bien aru?-ladeó un poco el rostro, con una mirada un poco preocupada.

La idea de que Japón se sintiese mal no era para nada agradable para él, pues eso era lo menos que ahora deseaba. Que Japón se sintiese mal o incomodo estando allí.

Al parecer el día que el otro le había contado era uno perfecto, pues lejos de mostrarse alterado se mostró calmado, aunque seguía sintiendo que el japonés actuaba algo raro, cosa que le molestaba. En su rostro se formó un gesto molesto, frunciendo el entrecejo e inflando los mofletes, pues Kiku parecía nervioso y lo negaba.

-Ya veo aru. Al parecer tanto tú como yo tuvimos un buen día aru~-agregó, sonriendo y dejando atrás el puchero hecho con anterioridad, aunque segundos luego mostró una expresión parecida.

No tenía ni la menor idea de que le pasaba, mas decidió confiar en la palabra del pelinegro. Si no le pasaba nada era eso, tal vez estaba en lo cierto, ya que después de todo, el otro lo aseguraba.

-Kiku aru~-le llamó, sonriendo un poco.-¿Hay algo que quieras hacer aru? D-digo...después de todo, eres mi visita, ¿no aru? Hay muchas cosas que podemos hacer aru~ Aunque quizás tu tengas una idea aru. Si no es así, puedo ofrecerla yo aru.-explicó sonriendo confiado de sí mismo.

Ahora sólo faltaba esperar la ansiosa respuesta y todo estaría bien, aparentemente.